Por MaLeJa & XervanteX
En vista de que Fernando Vallejo no dijo nada sobre la visita del Papa a Colombia, ni sobre la corrupción, ni sobre la bomba atómica ni el huracán, ni nada, nos manifestamos sus apóstoles y querubines.
La religión sirve para todo, inclusive para juzgar y condenar. Y aunque hace la diferencia, también la causa; muestra de ello es que mientras sus urnas son de fino metal, y sus elementos rebosan en oro y plata y sus ornamentos cuestan un dineral, los pobres duermen a las puertas de los templos con el hambre a 18 quilates. Y la iglesia viene a consolar el hambre con una hostia insignificante que se pega al paladar y se destroza con saliva y todo. Una horda monumental de esa magnitud dice tener en su cabeza a un representante exento de culpa y diestro en el manejo de lenguas, fiel a sus principios y correcto en su forma de juzgar. Un tipo travestido, inquieto, un mortal más, que representa la injusticia con su pulcritud blanca detrás de la cual hay una clandestina manera de tapar escándalos, fiestas paganas y violaciones, guerras santas y asesinatos preventivos, bibliotecas selladas y conocimientos que echarían por tierra todas sus creencias.
Un señor al que vigila el Servicio Secreto, representando la opresión, la prohibición, el veto. Históricamente civilizando para robar tierras y joyas, engañando para quitarse del alma el celibato, mintiendo para obtener limosna y respeto.
Pero esto ya todo el mundo lo sabe y por eso el Papa y su religión que representa cae por su propio peso. El criminal de sotana que no dice nada sobre el prójimo animal, que no se pronuncia sobre el toreo, ni sobre el hambre que mata al pueblo. Hoy viene a Colombia y ¿Qué nos trae?. Podrá este señor clamar justicia cuando él mismo no puede hacer nada. Desde su atrio alzará la mano y contendrá el aliento un poco para sortear la altura, se agitará, rebozará de contento de ver a la gente, lo que no sabe es cuánto sufrimiento albergan esas almas, cuánto resentimiento hay, al punto de que se agotaron cincuenta años de guerra y aún se sigue pidiendo revancha para conjurar el resto de odios que subsisten por doquier.
Bienvenido Su Santidad Papa (Natas) a este valle de lágrimas, de rosas de amapola y hojas de la coca la más pura del planeta, la tierra del café suave, del chontaduro, del plátano, de la papa, de la yuca y de la guayaba, la tierra que pisó un nobel de literatura y un traficante, la misma en donde las mujeres tienen la posibilidad de ser las más bellas del universo o las más infelices por haberse casado con un ogro. Bienvenido a la tierra de los corruptos y los que votan por ellos, Cuánta falta nos hiciera un Robin Hood o un Jesús, y no un Papa viejo.
Acá su Santidad, también hay Padres violadores de niños (en ambos sentidos). Hay escándalos sacramentales y hay templos a la ignominia. Acá hay asesinos más creyentes que su Divina Santidad, que rezan sus balas y a sus víctimas, acá hay brujas que atan a enamorados y vengan deudas, acá hay gente que no tiene para un pan y hay gente que tiene veinte panaderías. Hay civilización para hacer el mal, caerle al caído. Hoy los noticieros apuntan a su Celebridad pero dejan de pasar esas noticias escabrosas que infunden terror, los periódicos de hoy serán guardados para la historia, a menos que algún analfabeta los obvie y los ponga de papel de baño. Pues su Santidad debería saber qué acá la educación no llega a todos los pueblos como la señal de celular.
Y perdone su Eminencia por tanta cosa inútil que le irán a regalar, ojalá no hagan el oso ofreciéndole un burro o a un muchacho. Ojalá no le ofrezcan de beber agua del río Bogotá, ni lo lleven por la 26 para ver lo que hicieron y deshicieron los ladrones de cuello blanco. Ni que vea la ladrillera, ni el palacio de justicia, en donde tanta masacre sucedió. Ojalá no le dé su bendición a los políticos que por profesar sus ideas (igual que usted) condenaron a la muerte a tanta gente. Ojalá su Santidad se acuerde del 5 - 0 y profese un poco de rencor y les haga su desplante.
Por último encarecidamente le pedimos Santificar a Gonzalo Arango; Santo del que somos devotos y cuyo poder sigue haciendo en nuestras almas el milagro de la nada.
Y por favor que no sea personal esta calumnia (o columna), le deseamos una feliz estadía.
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