EL TAPITA
El amor es tirar piedritas a la ventana, el desamor es quebrar el cristal de la ventana.
Cuando sentí el golpetazo rompiéndome la cara, mi cerebro comenzó a pensar en el primer beso, quizá fue una forma de conjurar el dolor un poco, porque al rato estaba de bruces en el suelo, dispuesto a quedarme allí por si una dama acudía a consolar mi desdicha ¡nada!, ¡nadie!. Y sin embargo me levanté y ante el asombro del respetable público sonreí. Y era porque recordaba el día en que el César sermoneaba a "El Grillo" un tipo como de dos metros de altura al que acababan de atracar en una esquina, y el Grillo iba hasta armado y todo e inclusive pudo revertir la situación, pero ese día justo no se había colocado el cinturón y el arma que tenía se le fue por entre la raya del culo y en cierta forma quedo como un -culo- ante los ladrones que le diezmaron. Mi sonrisa teñida del rojo sanguinolento contrastaba con el asco que producía a algunas damas que se tapaban la boca, o pronunciaban un gran ooooh!, evocando su odio por la violencia. A lo mejor olvidaban ellas que cuando ejercen el amor ellas también golpean, también ejecutan con violencia sus tretas, tanto como la religión, todo bajo la sombra del amor. Ese día salí derrotado, con el tabique desviado, con la cara lastimada, y sobre todo el orgullo fragmentado, nadie me consoló, tuve que sanar mis propias heridas como un perro hasta tener la decencia de alzar la cabeza y seguir buscando nuevas peleas.
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