miércoles, 9 de agosto de 2017

LA VIDA ENTRE TINIEBLAS PARTE 1

César Vélez

Yo apelé a la perversión por el miedo de caer en la moral colectiva tan hipócrita y tan egoísta. Yo alabe a la mujer bella que se decoraba para los otros y la que no otorgaba título de propiedad a nadie. Aquella que odiaba los vínculos perpetuos y la que decía ser pulcra para las cosas íntimas como para las creencias religiosas.

Esa clase de mujeres se merecían el cielo.

Las que saciaban la sed de oprimido.

Las que se decían liberales y no conservaban su virginidad intacta hasta que suenen las campanas de boda.

El asunto es que mujeres así son cada vez más raras.

Algunas son bulímicas por ser perfeccionistas.

Y otras son anórexicas por tener pereza de cocinar.

Si el Comunismo se hubiera desviado hacia el sexo ¡si por lo menos hubiésemos ganado los perversos! Ahora mismo las ninfas de senos abultados estarían prestándose como almohadas de vagos y ermitaños ¿cuánta felicidad sería posible? - Y al pensarlo quizá Dios (si lo hay) con envidia bajaría de su pedestal a tratar de fregarnos el rato -

Oh! Patsy Kensit, te amo y te amaré por siempre y Dios viendo esto me envidiaría, quizá me mataría antes de torturarme cruelmente, pensando en ti el otro día no podía cortar el chorro de orina y pensé se me iba a salir por el pene todo lo líquido de mi cuerpo hasta quedar marchito, y el otro día me masturbé con tu imagen (una que recorté de una revista) a tal punto que los primeros chorros de semen salían con una fuerza descomunal capaces de apagar cualquier fuego, y las últimas eyaculaciones apenas si humedecían la cabeza morada de mi miembro erecto a medias.

Que cosas mías! como el otro día que me coge un orgasmo en medio de una combate a bala, se me sacude el ano como palpitando al punto que quise creer que era la misma muerte que me sucedía, sabiendo que algunos vivos cuando mueren aflojan el esfínter y se ensucian encima como si la vida y la muerte no apestarán lo suficiente... Oh Patsy... si te contara...

Sigue...    

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