sábado, 26 de agosto de 2017

LA SULTANA DEL VALLE Y EL VAGABUNDO 2

EL TAPITA

No se está perdido cuando ni se sabe para dónde se va.

El Aviador nos presenta como pacientes Psiquiátricos y un cuartel de Enfermeras nos vienen a examinar, razón por la cual ensayamos nuestras tácticas para inyectar de amor y dolor y acallar el calor que ya nos hace sudar frío. En conclusión, las Enfermeras saben inyectar pero no besar. Acudimos luego a un circo que deambulaba por la ciudad y el Charlie se enamoró de la contorsionista cuando vio las posibilidad de que el Kamazutra fuese real. El César en cambió espero que el de la taquilla se descuidará y le voló el producido de la noche. El Aviador fue a acariciar a un león y a la mujer barbuda que resultó falsa. Yo en cambio me puse a investigar de quién era la voz que presentaba a los artistas, una voz pura y melodiosa de una mujer, que resulto ser una grabación y la susodicha mujer era una obesa mujercita que alguna vez trabajo en el circo y que se enamoró del trapecista y con él fue que se fugó.

Ya harto del calor y rescatando a los demás de sus trivialidades, nos fuimos hacia el lago Calima a una fiesta de un día que resultaron ser tres días en los que vimos a un hombre derrochar su dinero en una piñata de billetes, a una mujer desnuda feriando sus partes a beneficio de la investigación científica, y el amor y las drogas en el mismo saco mezclándose, el Aviador se consiguió una novia que nos hizo un baile erótico musical a cambio de un gramo de lo que ella aspiró como droga y nosotros sabíamos era maízena. 

El festín fue al tercer día e inclusive al cuarto cuando ya la gente se marchaba y dejaba abandonadas sus cosas, olvidando relojes, celulares, cámaras, joyas y otro que otro billete, y entonces supimos que en donde hay tal capacidad de festejar la vida esta la muerte, pues el Aviador entre el lodo y la maleza descubrió a un feto humano fruto de un procedimiento de aborto, celebramos un ritual en homenaje a la persona que pudo ser y le enterramos muy profundo a fin de que los gallinazos que pululaban por doquier no se dieran un festín.

Sigue...       

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